El Museo y su entorno

Junto a la almendra medieval de Vitoria-Gasteiz, con 13.000 m2 construidos, casi el 75% por debajo del nivel de la calle, el edificio se organiza en torno y por debajo de una plaza interna, en la que se encuentra el Lorategi, el jardín del museo. 

Del edificio sólo son visibles dos volúmenes: un gran cubo de hormigón blanco, despojado de vestiduras arquitectónicas para reducirlo a mera naturaleza bruta y un segundo volumen, en granito gris, que emerge de la superficie para delimitar la plaza interna. En el subsuelo, el recorrido a través de las salas permite conocer la colección y las exposiciones del museo.

El museo conforma un eje cultural con el Centro Cultural Montehermoso Kulturunea y el conjunto de museos (Bibat y Museo de Ciencias Naturales) ubicados en el Centro Histórico, a tan solo cinco minutos a pie desde la Catedral de Santa María. 

Artium Museoa ocupa un espacio trapezoidal, casi rectangular, limitado por las calles Francia, La Paloma, La Esperanza y Prudencio María Verástegui. En ese lugar, el arquitecto José Luis Catón optó por crear un amplio espacio de uso público, que, como sucediera en el siglo XVIII con la Plaza de España y la Plaza de la Provincia, actuara como punto de expansión social y urbanística para un entorno densamente habitado.

Por otro lado, este gran espacio público permite a Artium Museoa mostrar algunas obras de su Colección.

El paseante encuentra aquí, en permanente diálogo, tres esculturas de tres de los más grandes artistas del siglo XX: Richard Serra (Finkl Octagon, 1991), Jorge Oteiza (Mirador mirando, 1958) y Eduardo Chillida (Elogio de la Arquitectura XIV, 1994). La plaza acoge también una gran obra de Vicente Larrea (Broca kenkenes, 1976) y una monumental escultura de Miquel Navarro (La mirada, 2001). Desde 2022, la plaza acoge, además, cuatro esculturas de Néstor Basterretxea. Concebidas por el escultor en los años 60 y 61, realizadas en hierro y acero corten, y policromadas, habían permanecido en el jardín del caserío de Idurmendieta en Jaizubia, Hondarribi, que fue estudio y vivienda del artista hasta su muerte en 2014. Las obras, cedidas por la familia del escultor y sometidas a un detallado proceso de restauración, pertenecen a una época transcendental en la trayectoria de Nestor Basterretxea, de transición desde la pintura hasta la escultura.

El edificio se organiza en torno y por debajo de esa plaza: como en una bodega, buena parte de sus espacios se encuentran bajo la superficie. En el vestíbulo principal comparte protagonismo el gran Mural de la Cinémathèque de París de Joan Miró y Llorens Artigas y la monumental escultura Un Pedazo de Cielo Cristalizado, de Javier Pérez. Un descenso de siete metros bajo el nivel del suelo conduce a la Antesala del museo, el lugar desde el que se accede a las salas de exposiciones.

A derecha e izquierda de este espacio, los accesos a las Salas A0, A1 y A2, que se extienden bajo la plaza y comunican con otras dos salas de exposición, la A3 y la A4, con quienes forman una suerte de "U".

Sobre las Salas A3 y A4 se levanta, de nuevo en la superficie, el edificio de granito gris que cierra el trapecio de la plaza y que contiene los espacios para los talleres didácticos, la Biblioteca y Centro de Documentación, así como los servicios administrativos del museo.
 

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